
Las jabalinas, que son extraordinarias madres, preparan camas para sus pequeños, que tienen la misión de protegerles de los elementos meteorológicos y también de cubrirles de la vista de los depredadores.
Mientras las madres preparan el parapeto para los rayones, aprovechan también para comer y poder amamantar a los pequeños.
A parte del elevado número de rayones que pueden venir al mundo en el parto de una jabalina, hay otro factor en la prosperidad de estos animales en España; se basa precisamente en el omnivorismo de la especie, los jabalíes comen de todo, hierbas, raíces, bulbos, frutos, invertebrados, pequeños vertebrados, reptiles ..., puede decirse que son prácticamente omnívoros. Los pequeños rayones tienen la facultad de empezar a comer ya a las dos semanas de edad.
Los jabalíes albergan multitud de parásitos entre las recias cerdas que constituyen su pelaje, desde los rayones a los adultos se rascan cada dos por tres en piedras, viejos maderos que encuentran en su camino.

Los rayones son muy gregarios, están prácticamente juntos y a una cierta distancia siguen a su madre a través de los campos.
Uno de los lugares preferidos por los jabalíes son las orillas de los ríos y de los lagos, no sólo por la tierna vegetación, sino también por los lodos y barros en los que tanto gustan bañarse.
Los rayones, a partir del mes o los dos meses de edad, comienzan ya los combates entre los elementos dominantes en el grupo de crías.
Durante el período de celo, el jabalí macho busca hembras receptivas de un modo tan activo que a veces llega a olvidarse de su propia alimentación. En cuanto encuentra una piara, comienza expulsando a los jóvenes del año anterior. En caso necesario, lucha contra sus rivales para conquistar a las jabalinas, generalmente dos o tres, pero en ocasiones hasta ocho. El poderoso macho, que puede superar los 100 kg de peso, usa sus armas llamadas navajas, que son los colmillos inferiores que se afilan constantemente en los superiores, llamados amoladeras.